Dos bocas se unían
para callar la una a la otra.
Dos cuerpos fundidos
con el mismo calor.
Las manos, el velo
que acariciaba su vientre;
que delicado sacudía en llanto,
haciendo emerger las lágrimas
que brillaban a la luz de la luna.
Abriendo los ojos miró,
con alegría en el rostro,
dos esferas brillando;
a su igual debajo.
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