Es la alegría tonta,
un algo que pinza en el centro del
pecho,
lo retuerce y sobresalta;
lo llena de rosas rojas y blancas.
Es la lágrima que se escapa por la
mejilla,
porque el alma se ha visto desbordada
y va a la deriva, formando surcos,
y va a la deriva, formando surcos,
recorriendo mi cara.
Es la emoción por la vida,
por sentir que quieres compartirla.