cada noche el mismo cuerpo
tatuado de las más bellas historias
que en la vida imaginé.
Cada noche lo aferro,
lo miro,
lo contemplo,
lo dejo descansar contra mi pecho
a punto de estallar en la más hermosa sensación
de irrealidad más real
que he logrado alcanzar.
Sé que es de verdad,
lo presiento.
El resto no lo entiende,
no ve más que mi cara enamorada,
delirante y atontada,
más que la sonrisa que se me dibuja
cada vez que abro sus páginas.
Me ha encantado. Genial final.
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