te doy tanta importancia.
No logro entender
el alcance de esta vigilancia.
Si mis ojos no te ven,
es de nuevo mi mente
la que te hace renacer.
Y, a pesar
de que quema mirar,
prefiere el corazón arder
mil veces y una más
a perder en el olvido
la silueta de tu cuerpo,
la forma de tu cara,
cada surco de tu piel.
Y, a pesar
de que muero al recordar,
prefiere mi mente soñar,
mil veces y una más,
cuán fácil sería
contarte mis tonterías,
decirte al oído
lo que un día más
me prometo que ya olvido.
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